Llegó el final de la campaña de los
candidatos y de los ciudadanos. Como los antiguos romanos, llegó el día
esperado para pasar el puente que facultaba al ciudadano a emitir el voto en las urnas del campo de la
curia de los comicios, en este caso de las mesas electorales de las secciones
de los distintos distritos . Es el
momento clave y esencial del ciudadano. Si , hasta ahora, la voz la mantenía el
candidato, el domingo 24 de mayo se reserva totalmente para los ciudadanos.
A
pesar de toda la parafernalia de los días anteriores, aparato burocrático del
día de las elecciones y el acoso de las encuestas y requetencuestas realizadas ,
nadie puede usurpar a los ciudadanos la decisión final de elegir la opción que
mejor represente sus intereses. Es el
momento del acto personal, moral y político que mejor encarna lo que, en la
ética individual, se define como la decisión final, ya no puede uno echarse
atrás ( tanto en la abstención como el color de papeleta que emita) . Se dieron
paulatinamente los correspondientes pasos para
llegar cada uno a su mesa de distrito. Pues, primero, el ciudadano se
valió de la vía del conocimiento de la historia, vida y currículos de los
candidatos, de la gestión de gobiernos y posturas o presencia de la oposición,
al mismo tiempo que llevó a cabo análisis de las variopintas propuestas de los diversos programas; en
segundo lugar llegó el momento de ejercer la libertad con la deliberación de
las distintas alternativas o programas, o dilucidar
entre las memorias de gestión política, la ausencia del libro de cuentas y la efímera
presencia en los momentos electorales; en tercer lugar, se ejerció la responsabilidad
de elegir, entre varias opciones, una
candidatura sopesando, en la balanza de este juicio político y ético, los pros
y los contras, las posibilidades y las ficciones, los logros y el futuro
incierto, los proyectos y las quimeras.
Es el momento de poner los pies
en el suelo, y ejercer el bon seny, sentido común, no dejarse embaucar y mirar siempre por el bien de la ciudad, con
lo que implica el bien personal y social. En un plato de la balanza se
colocan la defensa de lo común y de lo
privado, el estado del bienestar, los logros de la ciudad, los servicios
disponibles y prometidos, el diseño de la
ciudad, las fuentes de progreso y empleo, y todo aquello que está
relacionado con la comunidad (desde la participación hasta la gestión; desde la
cultura hasta la limpieza; desde la enseñanza hasta el ocio y muchas tareas
más). En otro plato de la balanza , se colocan las pesas de principios básicos
como la igualdad , libertad y
solidaridad, y, en el eje, la enormes barra de la pura realidad de los fondos
económicos y recursos reales para
afrontar el futuro. Pues puede acontecer que la balanza se rompa antes de emitir el voto por si las
pesas de la pura realidad económica no puede comprometerse ni siquiera con las
primeras medidas electorales que un grupo político haya prometido. Lo más
frecuente versa en que se equilibren los dos platillos y se emita un juicio
responsable y serio para no romper el rasero
de las dos balanzas. Pero, hay que
afinar bien la vista para que los
platillos de balanza no se vean descompensados
por no ajustarse la realidad a lo prometido
y se vengan al traste en tiempos futuros.
Este
es el reto del ciudadano del 24 de mayo , emitir el voto con una balanza en la
que se ajusten muy bien platillos, pesas y pesadores en los próximos años, o lo
que es lo mismo que entre las propuestas que deben cumplirse, el buen gobierno
de los representantes y en no romper el
nudo gordiano de una ciudad que se ha
convertido de pueblo en ciudad auténtica.
Ahí está la importancia de este momento
moral y político esencial, el de la decisión final y la última responsabilidad del ciudadano, que
siempre tendrá a su alcance el poder exigir responsabilidades futuras de los
gobernantes, velará por el cumplimiento de los programas y obligará a que se cumplan todos los derechos de
la participación política.
El
día 25 de mayo, la ciudad se levantará
sin pancartas, no se escucharán los altavoces de la propaganda electoral
y la radio emitirá el resultado colectivo del voto ciudadano. Se inaugurará una
nueva etapa en las ciudades y en las comunidades de España. Es conveniente que
triunfen el buen sentido , la mesura, la seriedad responsable y no quedarnos sometido a una campaña
permanente para estar ajustando la balanza de una manera continua. Para ello,
historia magistra vitae, la historia es maestra de la vida. Y menos aún desearía que la balanza se
vuelque por estar desequilibrada y
no puede levantarse. Os deseo una buena
y certera decisión, acierto en la responsabilidad exigida y a exigir y, como es
lógico, un futuro próspero.
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