PEDRO MONTE DE LA ISLA
Casa del Corregidor Lorca. Esquinazo en el que simpoblizan a Helios y Cratos. |
Si, a las
primeras de cambio, nombran a Pedro Monte de la isla, cualquier alcalaíno se
queda completamente sorprendido e. incluso, pasa de largo por la
biografía de este personaje. Además, en
otros momentos debió llamarse Pedro de Aranda y de Alcalá, cosa que hasta
cierto punto era lógica cuando no estaba regularizada la denominación de los
apellidos de las personas. Pero, muchos historiadores alcalaínos y algunos
críticos de Arte reconocieron hace tiempo la valía a este artista comentando y
resaltando su contribución al Renacimiento en el reino de
Murcia.
Sin embargo,
no debe pasar por baladí que su
formación tuviera lugar en tierras de la Abadía, donde
dejó su huella en Priego de Córdoba y en la fortaleza de la Mota ( hay datos
documentales de su actuación de la
conexión del edificio de la Casas de
Cabildo del recinto fortificado con la capilla del Deán), pero, donde su impronta artística no quedó
desapercibida, fue por tierras de Murcia. Pues fue nombrado maestro mayor de la Diócesis y de la Catedral de Murcia, incluso de
la misma ciudad, donde quedan todavía
algunos testigos de su mano artística.
El claustro del convento de las Mercedarias y el Palacio del Contraste son dos muestras de su visión arquitectónica
en la capital murciana, sin olvidar su aportación al mundo del retablo, junto
con l granadino Juan Sánchez, que por el
mismo tiempo acudieron a la región de la Huerta para realizar muchas obras de
ornamentación en templos y palacios. Y
no sólo destaca su presencia, sino la alta cualidad de su obra como puede
todavía palparse en la Casa del Corregidor de la ciudad de Lorca, donde a las
grandes arcadas que conformaban el espacio de corredores o ampliaban la
distribución de las plantas, se añadía la labor de ser un sobresaliente
escultor a la hora e tallar escudos o elementos decorativos impregnados de la
técnica renacentista.
Se sabe que su
obra se extendió a otros puntos lejanos de España, y no era de extrañar que se
reclamara como veedor de obras de otros
artistas para dar su parecer o su proyecto
como en la catedral de Guadix a finales del siglo XVI. Incluso su
prestigio le condujo a proyectar
edficios y , plazas o diseñar
retablos, Y, aún más, en las Islas
Canarias aparece como el contraista de
unos canales de la ciudad de la Laguna en 1626.
Pedro Monte de la Isla
no figura entre los famosos alcalaínos
ni se le nombra salvo en círculos
muy determinados, no fue
agraciado con la suerte de Martínez Montañés o, recientemente, con la de Pablo de Rojas. Pero, fue un artista
que abrió su chovinismo a las fronteras de otras tierras que le reconocieron
sus valores artísticos y le rPalacio Almutid o Contraste |
Casa del Corregidor |
ecompensaron con la contratación de sus obras y con el prestigio del reconocimiento de su labor de altura. Tal vez , en aquellos tiempos, los artistas eran unos artesanos más, encuadrados en sus diferentes gremios y su estructura básica de maestros, oficiales y peones. Las personas importantes eran los mecenas y las instituciones que patrocinaban las grandes catedrales, colegiatas y templos, su huella quedaba impregnada par la posteridad en el escudo episcopal o nobiliario como firma de haber pagado el contrato histórico. No importaba del artista más que concluyera a la perfección y según las clausulas comprometidas de las partes. Hoy, el mundo sigue igual, los artistas emigran y extienden la universalidad der su arte, entre ellos algunos alcalaínos triunfan en otros lares. En muchos campos del ate, en empresas de renombre, y en la globalidad omnipresente. Pero al capital solo le importa mojarse con la huella de las ganancias financieras sin importarle el espíritu artístico. Son los escudos-que no de piedra-para proyectar fama efímera del mundo de las nuevas tecnologías
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