sábado, 6 de septiembre de 2014

EL LEMA, EL ESCUDO Y LA BANDERA DE LA HERMANDAD


CAPÍTULO XIII
 
EL LEMA, EL ESCUDO Y LA BANDERA DE LA HERMANDAD
SALMO 88
DOMINE DEUS MEAE SALUTIS
 


Era frecuente que los patronos y las cofradías que regentaban una capilla cargaran con los gastos de su mantenimiento, ornato, construcción y culto. No es de extrañar que la capilla del Santísimo Cristo de la Salud debiera  estar ligada a una familia alcalaína o algún clérigo, porque  en el siglo XVII se reciben varias limosmas y donaciones para el ornato del retablo y de los enseres de la capilla. Dentro del camarín figuraba, por lo menos, según una litografía que publicó Domingo Murcia, una peana y, en sus pies, una leyenda, muy adecuada para interpretar el momento pasional que describe la imagen. Correspondía  el texto al salmo 88 y, aunque fragmentado, aparece la siguiente inscripción latina: Domine, Deus Salutis meae die et nocte coram te clamavi", que coincide con el primer versículo del mencionado salmo.
El primer patrono tuvo un gran acierto en recoger dicha composición poética, que quedaría fijada en la ermita de San Blas para iniciación y exégesis de la devoción del Cristo de la Salud. Por eso, debió influir en su inscripción una persona culta que supo compaginar perfectamente el arte plástico con el literario, porque,  el texto salmódico corresponde a una oración angustiosa, semejante  a las lamentaciones de Job, para imprecar el auxilio divino en el momento de la desesperación y en los aledaños de la muerte tras haber sufrido alguna enfermedad. Aunque estos versículos se encuentran en la salmos que se le atribuyen al Rey David, éstos, en concreto, responden a la colección de los hijos de Coré, que eran una familia de cantores del templo de Jerusalen, que se llegaron a equipararse a los levitas pues tenían gran prestigio entre la pblación.
Como súplica individual, aunque tenga un valor espiritual que pudiera emplearse para una oración colectiva en el sufrimiento, responde, por su tono, a gritos del alma y expresiones de fe personal y, como dice la introducción a la Biblia de Jerusalem, "no son nunca puras lamentaciones, son confiadas súplicas a Dios en la tribulación". 
Dentro de la tradición de la iglesia, en el breviario eclesiástico el clero se frecuentaba el rezo de dichos salmos, ya que dicha lamentación es muy propia para elevar a Dios una oración por los que se encuentran en el borde del abismo, como es el Cristo Crucificado de la Salud. Suele formar parte de los rezos matutinos del Viernes tras el canto de la Trinidad y acompañando la lectura de otros salmos. El texto latino proviene de San Jerónimo que lo  adaptó del  hebreo  a la lengua del imperio romano y así se nos ha transmitido enteramente:
 
 
Canticum Pslalmi,
Filiis Core,in finem,pro Mahelet ad respondendum ,
intllectus Eman.
 
Domine Deus Salutis meae in die clamavi,
et nocte coram te.
Intret in conspectu tuo oratio mea:
inclina aurem tuam ad precem meam.
Quia repleta est malis anima mea:
et vita mea inferno appropinquavit.
Aestimatus sum cum descendentibus in lacum:
factus sum sicut homo sine adiutorio.
Inter mortuus liber,
sicut vulnerati dormientes in sepulchris,
quorum non es memor amplius:
et ipsi de manu tua repulsi sunt.
Posuerunt me in lacu inferiori,
in tenebrosis, et in umbra mortis.
Super me confirmatus est furor tuus:
omnes fluctus induxisti super me.
Longe fecisti notos meos a me:
posuerunt me abominationem sibi.


Traditus sum et non egrediebatur:
Oculi mei languerunt prae inopia.
Clamavi ad te, Domine, tota die:
expandi ad te manus meas.
Numquid mortuis facies mirabilia?
aut medici suscitabunt et confitebuntur tibi?
Numquid narrabit aliquis in sepulchro
misericordiam tuam et veritatem tuam in perditione?
Numquid cognoscentur in tenebris mirabilia tua
et iudicia tua in terra oblivionis?
Et ego ad te, Domine, clamavi:
et oratio mea preveniet te.
Ut quid, Domine, repellis orationem meam
avertis faciem tuam a me ?
pauper sum ego et in laboribus a iuventute mea:
exaltatus autem humillatus sum et conturbatus.
In me transierunt irae tuae:
terrores tui conturbaverunt me.
Circumdederunt me sicut aqua tota die:
circumdederunt me simul.
Elongasti a me amicum, et proximum:
notos meos a miseria.
 
Intellectus Ethan Ezrahitae. 
 
Son frecuentes las traducciones, unas partiendo de la lengua original,y otras de la vulgata. Hemos escogido por su exactitud y rigor la de la Biblia de Jerusalén que dice así:
 
 
Yahveh, Dios de mi Salvación.
ante tí estoy clamando día y noche,
llegue hacia tí mi súplica,
presta oído  mi clamor.
 
Porque mi alma de males está ahíta,
y mi vida está al borde del seol;
contando entre los que bajan a la fosa,
soy como un hombre acabado.
 
relegado entre los muertos,
como los cadáveres que yacen en la tumba,
aquellos de los que no te acuerdas más,
que están arrancados de tumano.
 
 
Me has echado en lo profundo de la fosa,
en las tinieblas, en los abismos;
sobre mí pesa tu furor,
con todas tus olas me hundes.
 
Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho para mí un horror,
cerrado estoy y sin salida,
mi ojo se consume por la pena.
Yo te llamo, Yahveh, todo el día,


tiendo mis manos hacia tí.
 
¿Acaso para los muertos haces maravillas,
o  las sombras se alzan a alabarte?
¿Se habla en la tumba de tu amor,
de tu lealtad en el lugar de perdición?
¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas,
o tu justicia en la tierra del olvido?
 
Mas yo grito hacia tí, Yahveh,
de madrugada va a tu encuentro mi oración,
¿porqué, Yahveh, mi alma rechazas,
lejos de mí tu rostro ocultas?
 
Desdichado y agónico estoy desde mi infancia,
he soportado tus errores, ya no puedo más,
has pasado tus iras sobre mí,
tus espantos me han aniquilado.
 
Me envuelven como el agua todo el día,
te aprietan contra más todos a una.
Has alejado de mí compañeros y amigos,
son mi compañía las tinieblas.
 
 
 
 
Tambien, adaptada a nuestro tiempo, es esta versión que suele rezarse en los distintos actos de la Hermandad:
 
Tú eres, Señor, el Dios de mi salvación.
Me siento mal; por eso clamo ante tí  día y noche.
Tú que eres bueno, acoge mi súplica, mi grito de dolor;
Tú que estás cercano a mi vida, échame una mano.
 
Me siento saturado de tensiones y conflictos;
mi vida está al borde del fracaso y no tengo salida.
Me siento como un hombre acabado, solo, incomunicado,
y no tengo fuerza para abrir mi dolor a nadie.
 
Así: como un objeto de deshecho, gastado, consumido.
me encuentro al borde del precipicio. ¡Estoy solo, Señor!
                    Tengo la sensación de que te has olvidado de mí;
siento como si me hubieran arrancado de tu mano.
 
Estoy sumergido en lo profundo de mi problema;
y me rodea la tiniebla y no veo en la noche;
sobre mí cae una losa pesada y negra.
y mi vida se va como si una ola brava la llevase.
 
Estoy solo, Señor. Mis amigos, están distantes.
Estoy cerrado y sin salida. Me consumo en la pena.
¿No se dan cuenta, Señor, de que sufro y lloro?
Te llamo, Señor; tiende hacia mí tus manos de ternura.
 
Haz signo de bondad con mi pobre vida-


Que tu amor rompa el hielo que me bloquea.
Rompe las barreras que cercan mi ansiedad y mi angustia,
y que tu misericordia haga salir el sol  sobre mí.
 
Yo grito desde mi soledad; a tí abro mi dolor.
Desde la madrugada va a tu encuentro mi oración.
No me ocultes tu rostro: sólo te tengo a tí.
Acógeme y cubre de ternura mi corazón dolorido.
 
Me siento desdichado, me siento confundido.
He soportado el peso de la vida y no puedo más.
Estoy lleno de miedos y los fantasmas me cercan.
¿Dónde estás, Señor, que no te veo, ni te siento?
 
Aunque  estoy solo como un grano de arena en el desierto;
aunque estoy solo como un cardo en la estepa,
mi corazón te busca y quiere tu compañía;
yo sé que siempre respondes al corazón afligido .
 
Señor, eres mi Dios de mi salvación: ¡Ayúdame!
Señor, eres la luz en mi noche oscura: ¡Ilúminame!
Señor, eres la fuerza en mi denilidad: ¡Fortaléceme!
Señor, eres mi única compañía en esta soledad: ¡Amame!
 
Este salmo se vive intensamente en la vida de la hermandad en dos momentos importantes, la vispera del primer domingo de setiembre, y en el acto de las Siete Palabras tras la lectura del pasaje del evangelio de la Muerte de Jesús.
 
 
 
EL ESCUDO
 
 
Según refleja la litografía del retablo del Cristo de la Salud en la ermita de San Blas, el primer escudo sólo tiene el anagrama de JHS comprendido dentro de una cartela y presidiendo el altar. Posteriormente, en los años cincuenta, José Serrano Ramirez diseñó uno nuevo con el mismo anagrama  de color azul y atravesado por la cruz marrón, que sus pies estaban colocados los clavos de Cristos, en negro, gris y blanco. En tiempos del hermano mayor Rafael Cano Caballero, Domingo Murcia lo remodeló cambiando los clavos por unos alambriques dorados y alargando la cruz. Actualmente, se ha simplificado tras la composición de la nueva bandera de la hermandad, obra de Alberto Vico.
 
LA BANDERA
 


 Tenemos referencias que la hermandad tenía insignias porque así aparece en las rocesiones generales de finales del  siglo XIX. Tan sólo de la hermandad de San Juan hay noticias de un estandarte blanco. Por los años cincuenta, debieron regala la hermandad un estandarte carmesí y un escudo de plata con una cruz similar a las de la hermandades de la Veracruz con el título de Nuestro Padre Jesús de la Salud, que fue utilizado como bandera de la hemandad. Este se transformó en el gallardete actual y una nueva bandera blanca y negra se realizó acompañada del antiguo escudo de plata. Actualmente, en 1999, se ha confeccionado otra nueva por las RR.MM. Dominicas de terciopelo blanco y negro y con el bordado del año de su posible fundación 1730 y los escudos renovados juntamente con una cruces rojas que le dan una gran prestancia. Todo ello, obra y diseño de Domingo Murcia Rosales y donación de Juan de Dios Gálvez Daza y Ramón Hinojosa junto con una pequeña aportación de la hermandad. Actualmente, se han hecho dos guiones de la Agrupación Musical y una nueva bandera , diseño de José Moyano y ejecución del bordador Alberto Vico, en el que se recoge el lema, el escudo y  una serie de dibujos, flores y adornos llenos de símbolos referentes a la  advocación del a Salud y la hermandad
 
 
 
 
 
Manuel Puerma en pregón
 
 
 
 
 
 

María Rosales, presentadora
 


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