DESDE EL MIRADOR DE LOS CIPRESES

Desde el camino que te lleva a la antigua dehesa de la
Hondonera, hay varios senderos y atajos que te conducen campo através, hacia
el paraje de los Cipreses. Se llega por
el camino de la cañada del Navazo ( que no nevazo), porque se refiere, más
bien, a esos huertos que surgieron en torno a las rocas del milenario mar de
Tetis en estas tierras de piedras areniscas, a no ser que algún agricultor la
bautizara por un una tormenta de nieve que le cogió de regreso a la ciudad de Alcalá.
Sea Nevazo o Navazo lo cierto que esta tierra te hace pasar de un pasaje, que a
veces fue casi lunático, a las puertas
de la ciudad. Los cipreses cobijan al
que otea el horizonte multicolor de los dedos de la Aurora. Y, en su entorno
inmediato, un paisaje desolador recuerda la antigua cantera, las tierras y casa de verano de los capuchinos desamortizados
en el siglo XIX, -y antaño mansión de convenciones de los partidos turnistas-,
el basurero de los años sesenta del siglo pasado calizas, y los almendrales de las lindes que cercaban a las
tierras de cereal transformados en pagos de olivares. La modernidad ha llegado
a aquel sitio, donde las pequeñas hoyas y los suelos areniscos se han rellenado
con tierras margas y escombreras, donde se han levantado varias villas de
recreo y huertos familiares. Años atrás, el
ciruelo abundó en la zona.
Como
primer golpe de vista, la cornisa pétrea se yergue enredada en matorral de
monte bajo, zarzales y árboles frutales, entre ellos alguna que otra higuera, encubren
este bastión natural. Por algunos lugares, esta ha sido atravesada
por la modernidad del gaseoducto y su parte superior con algún que otro poste de las nuevas tecnologías.


No
es este el único sitio del ocio; cercana se encuentra la nueva Casa de la
Juventud de atrevida arquitectura ( tanto en sus materiales, como en su diseño)
que atrae a la juventud y al mundo del deporte; cercanos están el Centro del Día y la antigua otra Casa
de la Juventud, donde el deporte se
adapta al desgaste de la edad ( la petanca, los aparatos y salas de gimnasia,
los juegos de mesa, los pasatiempos de las nuevas tecnologías..). No puede
sacarse más jugo a aquel auténtico ejido y era pública, cuando se ofrece junto
a la Cruz de los Blanquitos unas inhalaciones deportivas y un lugar alternativo
de fiestas en el Silo. Desde el mirador
de los Cipreses, la caminata invitaba a
la descripción deportiva de la ciudad más que a una ciudad festiva por San
Mateo.
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