WASHINGTON IRVING EN ALCALÁ LA REAL
Este hijo de un rico comerciante británico se estableció en América,
pero pronto volvió a las tierras de sus antepasados. Debió ser un gran amante
de la cultura española, lo que le
condujo a realizar varias visitas a nuestra patria. También, coadyuvó a esta pasión hispanista el haber conseguido el cargo de agregado en
la embajada de USA entre 1826 y 1829 y,
posteriormente, el de embajador en 1842. Su obra popularmente conocida por Los Cuentos de la Alhambra despertó una
gran popularidad y difusión en todo el mundo.
Primero, se introdujo en el
apasionado periodo de la conquista de Granada a través de la lectura de las
crónicas reales. Después, recorrió
muchos pueblos de España y quedó cautivado por su paisaje y por las leyendas y
cuentos de tradición andaluza, que le contaban la gente popular: arrieros,
posaderos, gitanos, bandoleros… En 1828, llevó a cabo un viaje desde Madrid
hasta Gibraltar, desde donde regresó por barco a su país. Este primer a Andalucía viaje se inició el 3 de marzo y
acabó el 7 de abril del mismo año. Fue acompañado
por el cónsul general y el secretario de la embajada de Rusia, señores Gessler
y Stoffengen. Nunca llegó a publicarse,
a pesar de las anotaciones que hizo en su itinerario, pues debió estar
condicionado con el prólogo posterior de su obra Alhambra. No obstante, Stanley
T. Williams, biógrafo de nuestro personaje, publicó en 1937 el diario de su
viaje donde había anotado todas las circunstancias acaecidas en el periplo.
Se adentró a Andalucía por Santa Elena
y desayunó en La
Carolina ; luego llegó a Andujar; más tarde llegó a el Carpio,
Alcolea y Córdoba, donde se recrea
describiendo la fuente de la Salud , el Alcázar y la Mezquita Allí
permaneció hasta el día cinco de marzo; de allí se trasladó a Granada contratando dos guías, una escolta de cuatro
personas para protegerse de los bandidos
y unos caballos para montar. El día siete llegaron a Castro del Río; el mismo
día pernoctaron por la noche en Priego, donde tuvieron un incidente con un escolta que había robado la pistola y la
capa a
un regidor y un criado; y, a las seis de la mañana, se pusieron en
marcha y llegaron a Baena al mediodía: cerca de allí admiraron su bello
castillo, rodeado de olivos. Por la
tarde, siguiendo el camino de Baena a Alcalá la Real ,
pasaron por la aldea de La Rábita. Se le hizo tarde, por
que el sol se ponía por la
Sierra de la Torre
de la Solana y
la cumbres de la
Subbética cordobesa. El camino pasaba por el barranco Moriana, dehesa de
Fuente Álamo, cortijos de la
Caserías , Pasada Baena, Jurá, Villar, y por tierras de monte bajo que a veces
hacía perder la ruta, lo que, en medio de la oscuridad, le obligó a recorrer
parte de trayecto en medio de terrenos arados, provocando el retraso hasta llegar a Alcalá la Real. Irving comentó y anotó
que les costó más de lo que preveían. No obstante, la noche debía de ser de
luna llena, porque les guió la “mole fantasmal del castillo, dejándose ver en todo momento “les guiaba como única
referencia”. Llegaron a las siete y media de la tarde. No salieron del
lugar del hospedaje, en el camino de la Corte , el Llanillo de la ciudad había varias posadas.
En una de las posadas de la Tejuela o de los Álamos,
cenaron huevos de la ciudad y jamón de sus alforjas. Se alojaron en dos
alcobas: dos miembros en una y tres en
la otra. Irving quedó prendado del aspecto comedido de la patrona de la
posada y de la belleza de sus dos
hijas. Por la mañana, abrió las ventanas y “con la luz radiante de un sol que deslumbra, resalta
Alcalá encaramada, como su fortaleza, en la cumbre de la montaña y sus calles
pinas que conducen a la iglesia o a la fuente. En otra colina, se aúpa su
ermita”. Pero, esta descripción debió
responder a una mirada hacia atrás cuando se encaminaba a Puerto López y
describe su estancia en la venta para comer
y el recorrido torres albarranas habían de la disputa de estas tierras, o, también del temor a perderlas. No se ha retirado el
invierno que cubre de nieve algunas alturas cercanas. Unas águilas volando
majestuosamente rompen la desnudez de los espacios abiertos”. Desde el día 10 a l 19 de marzo
permanecieron en Granada y luego se dirigieron a Gibraltar.
A finales de este año y principios de 1829 realizó una gran estancia
en Sevilla para profundizar sus
investigaciones en Archivo de las Indias. Pero, a partir del uno de mayo de 1829 llevó a cabo un segundo viaje que le encaminó de Sevilla a Granada. Viaje que
relató en The Journey De este viaje no hay referencias de su paso de Alcalá la
Real. Pero el primero le dejó una profunda
huella para relatarlo en los pasajes
históricos de sus libros sobre la
conquista de Granada. Y, como huésped de la Alhambra , de seguro que la estancia alcalina y
paso por las tierras de la
Abadía le sirvieron para
ilustrar la visión de muchos de sus
relatos históricos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario