SOBERANÍA ALIMENTARIA Y CONSUMO RESPONSABLE
En
medio de la crisis sistémica, hemos hecho varios cantos de cisne de la
situación y también una llamada de atención para llevar a cabo una economía
responsable. Además, siempre hemos partido de una llamada para arrimar el
hombro de una manera colectiva y aportando valores fundamentales como la solidaridad y
la defensa de la dependencia en favor de los excluidos. Estoy seguro de que me
han calificado de utópico y, en la mayoría de las ocasiones, se han minusvalorado
las argumentaciones en favor de una situación que debe preocuparnos a todos,
porque las cifras, con las que desayunamos todos los días, son para que se nos
atragante el bollycao y la sofisticada bollería que engullimos. Por eso, he tenido la suerte de que cayera en mis
manos un folleto de Cristianismo y Justicia, en el que se nos aportan nueva
salidas para enfrentarnos a las tristes y
deprimentes circunstancias que nos acosan . Hacen referencia a la
soberanía alimentaria y al consumo responsable;
y se acompañan de un decálogo con el que podemos poner las bases sobre
una nueva manera de enfocar este
momento que nos ha tocado vivir. El
simple hecho de ubicar a los pueblos como los responsadles de definir sus polínicas
agrarias y considerar a los agricultores, ganaderos y pesadores como el centro de estas políticas, significa dar un gran paso para romper con políticas
de la aldea mundial como el PAC u otras formas de globalización, que vienen
manejadas por los de siempre, los magnates
de los poderes financieros. Significa invertir la pirámide de lo que
hasta ahora viene sucediendo. Para ello deben primar los productos locales por
su frescura y ser más naturales y nutricionales
de modo que se ahorre en transporte, energía
y el deterioro del producto y del
medioambiente Miles de ejemplos podríamos
poner en nuestra comarca que coadyuvarían al desarrollo de la soberanía
alimentaria, donde hay aceite, cereales, vinos y cerveza con mención honorífica de origen , carnes,
embutidos, quesos sacados de nuestro
ganado y gran cantidad de hortalizas,
frutos y otros productos alimenticios
que no deben sentirse minusvalorados ante otras ofertas que solo les aventajan
en etiquetado mercantilista y de diseño.
Si a los productos locales, les añadimos que sean de temporada, naturales y ecológicos,
y creamos una red fuerte entre productores y consumidores para no caer en las
redes de las grandes cadenas, estamos dando pasos de gigantes para acortar
distancia y concienciarnos en el consumo crítico, por medio del cual no nos
dejamos llevar por el impacto de la publicidad
ni la instantaneidad de lo que nos
meten por los ojos. Es hora de considerar nuestros hábitos de consumo, por los
que somos autodirigidos como marionetas o simples receptores de los anuncios de
turno para pasar otras fórmulas como acudir
a las tiendas de comercio justo comenzando
por el café o el chocolate para llegar a comprar las conservas, verduras,
frutas o carne con el asesoramiento de los grupos de consumo. :
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