RUTA GARCÍA LORCA |
Asistimos
a la dinámica veloz de un mundo financiero, que cambia de minuto en minuto, ya
que se ha convertido en un dragón voraz que engulle todo lo que huele a
calderilla, incluso hasta la cerilla de los oídos; por otra parte, parece que
andamos con pasos de tortuga en el sector productivo manteniendo lo que todavía
no ha sido asolado por el vendaval de los manciones
o maccos económicos; se inauguran
congresos, congresillos, jornadas, ferias, foros...¿quién da más?, con el mismo
afán de mejorar la sociedad de nuestro entorno, proponer ideas para el futuro y
analizar las defensas y las resistencias a la crisis, todos los congresistas se
apiñan en un agrupémonos todos como si fuera en la lucha final. Un día, toca el
asunto al mundo del deporte y se analiza el futbol base y de los veedores de
futuros futbolistas; otro día se congregan los coleccionistas de coches
antiguos y nos visitan en la fortaleza de la Mota ; llega la semana de buscar una salida a la problemática
del género y las mujeres se reúnen en
unas jornadas feministas; en elecciones, periodos preelectorales y en
los intercomicios algunos partidos se prodigan en corregir los desaguisados anteriores
y renovarse a lo 15-M para no morir a lo
bonzo; le llegó el momento de serenarse al espíritu y se celebraron jornadas
cofrades para compartir vivencias intercofrades en tiempos de carnestolendas;
juntos los productores de queso de toda España ofrecieron sus productos en la plaza pública , como en los
antiguos tiempos de la intrahistoria local imitando a aquellos comerciantes locales que acudían a vender sus productos todas las
mañanas de principios del siglo pasado; en
la juventud, prodigan los encuentros de jóvenes matemáticos de varios
municipios, el intercambio con pueblos de Europa y los campeonatos y concentraciones departiendo
competitividad y amistad; incluso, en la tercera, la petanca y los viajes ligan
a las personas para ocupar el ocio sabiamente ganado.
Todo
nos demuestra una sociedad viva, en movimiento, no estancada, con ganas de
hacer polis, de compartir, de inquietarse por el futuro, de crear vínculos con
otros pueblos. No es Alcalá un pueblo muerto, es un pueblo de gente creativa, imaginativo,
y emprendedor, como lo demuestra su
cultura constituida en buque de vanguardia a la hora de convocar congresos.
¿qué más se puede pedir? Nada. Esta claro que son datos constatables: nuestra
participación en el diseño del futuro y
en la praxis diaria, nuestra constancia en la lucha por mantener esta ciudad
con los mismos latidos que hasta ahora hemos dado y pulsado, nuestra fortaleza
para arrostrar las adversidades con la corazón del sacrificio y el empeño
por sacar las castañas del fuego a la
mayor parte de nuestros convecinos; y, por encima de todo, no debemos olvidar
valores que preludien una nueva sociedad cooperadora, alejada de una
competencia exagerada y, además, colocar como señas de identidad la
solidaridad, la lucha por la igualdad de oportunidad, el esfuerzo cooperativo y
la preocupación por los más débiles. Con estas mimbres, podremos defender la
sostenibilidad de una sociedad que ha experimentado la triste experiencia del rey Midas sin darse cuenta que por encima
de su cabeza tenía la espada de Damocles, pendiente de la crin del caballo de
pocos recursos. Desgraciadamente, caballo
azotado por el viento de los mercados y de los avariciosos usureros de todo el
mundo. Lejos quedaron los tiempos de la
autarquía, pero hay que recoger todas las iniciativas que anclen sus pies en el
suelo local, ilusionen con realistas planes y
nos encuadren en una auténtica y solidaria Europa, en la que quepamos
todos, y digo, todos hasta los griegos, cuna de la democracia actual.
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