LA MÚSICA Y LA DANZA EN LAS TIERRAS JIENNENSES DE LA ABADÍA
FRANCISCO
MARTÍN ROSALES
A través de las fuentes documentales
locales en los archivos (Histórico Provincial de Jaén, Diocesano de Jaén y
Municipal de Alcalá la Real), podemos distinguir los tipos y pasos de la
importancia de la música y la danza en Alcalá la Real. El Archivo Municipal de
Alcalá la Real aportó datos fundamentales sobre la música y danza en los libros
de cabildo y cuentas desde los siglos XVI hasta XIXL y el Archivo Provincial de
Jaén con los documentos notariales de los siglos XVXVIII.
Ya fueron recogidos
y publicados en el “Tiempo de ocio de Alcalá la Real” de la revista “Toro de
cañas” los registros sobre esta materia a lo largo de los siglos XVI y XVII y
ampliamos en los restantes siglos con otros documentos y publicaciones de
ámbito local y comarcal. Junto con Domingo Murcia Rosales, realizamos un elenco
del folklore de la zona de la antigua comarca de la abadía en “Cancionero,
relatos y leyendas” y mantuvimos la línea de investigación oral que nos sirvió
de base en otras publicaciones.
FIESTAS ORDINARIAS
Y EXTRAORDINARIAS
Hay que partir del escenario y las fiestas
donde se desarrollaban la música y danza desde un punto de vista diacrónico en
el terreno abacial de Alcalá la Real. Generalmente, la plaza pública e iglesia
suelen ser los ámbitos de esta conjunción de expresión artística. Las
principales fechas desde el siglo XIV, fueron las ordinarias del Corpus y su
Octava, la de Nuestra Señora de la Asunción transformada en Nuestra Señora de
las Mercedes, Semana Santa, la invención de la Cruz, Navidad y algunas fiestas
de santos como San Juan, Santiago, Santa Ana, San José y de los patronos de las
órdenes religiosas. Por otro lado, en cuanto a las fiestas extraordinarias, se
relacionaron con las cortesanas y reales (Alumbramiento de reinas, nacimiento
de príncipes, muerte, bodas, salud…), celebración de Pactos o Victorias de los
reinos de España, proclamación de nuevos reyes, llegada de abades o
corregidores, proclamación de Papas o Santos y otros relacionados con la vida
local o nacional. Los protagonistas de estas danzas y grupos musicales fueron
los gitanos, los gremios, los ministriles, las capillas de música y sus
maestros. Si desarrollamos una historia de los tipos de danza, podemos darnos
cuenta de su evolución u tipología en la comarca abacial de Alcalá la Real.
TIPOS DE DANZAS EN EL XVI
Desde que conservamos documentación e
información sobre las danzas, se puede distinguir las siguientes: Cascabel,
Sarao, Hombres y Damas, Gremios y Gitanos.
sarao
Solían contratarse por los diputados de las
fiestas del cabildo con personas de la localidad y de Granada, e, incluso hubo
casos con vecinos del Castillo de Locubín. Su estructura se compone de ocho
personas, y se le añaden cuatro diablillos. Los vestidos eran ocho tocados,
ocho mantos, y ocho cabelleras y los instrumentos dos sonajas, dos ginebras,
dos guitarras y dos adufes[1].
DANZA DE LOS GITANOS
La investigadora
alcalaína Carmen Juan Lobera escribió hace tiempo sobre la presencia de los
primeros gitanos en España. En 1531, se encuentra esta referencia documental[2][3]:
«En este Cabildo se mandó que el
mayordomo pague a los gitanos seis reales para un carnero, porque anduvieron
ayer, día del Corpus Christi, en la procesión, delante del Sacramento, e lo
fizieron bien». Coincidimos que la noticia es de veras interesante para el
estudio del nacimiento de las danzas andaluzas. Aún no se habían cumplido los
cuarenta años de la conquista de Granada y ya aparecen gitanos integrados en la
vida de la ciudad alcalaína, que colaboran a la mayor vistosidad y belleza de
sus funciones religiosas. Nos cita, además, bautizos de hijos de gitanos en
los libros parroquiales de Santo Domingo de
Silos. En 2 de octubre de 1539 se bautiza un hijo
de Alonso Flores, albardero, del que en documentos posteriores se dice es
gitano. Como suponemos que en la otra parroquia la de Santa María la Mayor,
cuyos libros desaparecieron en 1936, habría una proporción, se puede decir que,
en la sociedad alcalaína del siglo XVI, había una importante representación de
la raza gitana. Sobre los gitanos más curiosos, afirma que “De estos gitanos,
algunos, tienen oficio conocido como Alonso Flores albardero, en 1531. Y luego,
en 1578, hay otro albardero Alonso Flores, lo que parece indicar que sean dos
personas distintas, quizá padre e hijo. Otros pueden que fueran organizadores
de danzas, o danzantes. Y curiosamente3 en un documento
1550, hemos encontrado a este Alonso de Flores, uniendo las dos hipótesis de
esta investigadora. Un estante que no vecino de la ciudad, este mismo
personaje, por lo tanto, gitano, y maestro de danza. Lo hace levantando un
contrato con el sastre Juan Martínez, al que arrendaba un portal para enseñar su
oficio. En concreto, pone como un año de duración del contrato. El objeto del
arrendamiento era un portal de las casas
de que, de presente, vivo; cuyo fin era para que useys vuestro oficio de
enseñar danzar. Comenzaba el contrato desde san Juan del año de la firma
hasta el siguiente y pagaba la cantidad de cuatro reales cada, hipotecando
todos sus bienes Alonso de Flores si no pagaba. Tanto el arrendador como el
rentista se declaraban vecinos de Alcalá[4].
DANZA DE LOS NEGROS
Esta danza se remonta a los tiempos de
conquista de América y se entronca con la llegada de los esclavos negros
afroamericanos, y algunos tratadistas entroncan esta danza con los orígenes del
flamenco. Se componía de ocho muchachos,
y una muchacha, todos vestidos con traje de negritos con sus ropillas y
calzones y bonetes de colores de frisa e lienzo nuevos, mangas y medias
amarilla aforradas, las ropillas en viço guardado, acuchilladas, con zapatos,
guantes y medias negras, o las manos teñidas y los rostros negros, todos y todo
guarecido a mi costa. Por su parte era comisario de fiestas el licenciado
Ribera que le debía pagar 429 reales. Estas danzas suelen aparecer en las
fiestas del Corpus y son contratados por los comisarios hasta muy avanzado el
siglo XVII.
Pero, lo curioso de esta danza radica en que nos ilustran
sobre su participación en otras fiestas de la ciudad[5].
Otro contratante o representante Hernando de Tordesillas, vecino de Alcalá la
Real se obligaba a sacar una danza en las fiestas siguiente: El día del
Santísimo Sacramento (El Corpus y su Octava), el día de la fiesta de Santa Ana
y el día de San Jacinto, el domingo siguiente de la Octava. Curiosamente, la
fiesta del Corpus se celebraba con gran fastuosidad y esplendor en la ciudad
abacial desde principios del siglo XVI y como hemos comentado en muchas
ocasiones; la fiesta de Santa Ana se celebraba en un clima que se convertía en
patrona de la ciudad ante las calamidades, y la de San Jacinto es una devoción
que nació en la ciudad abacial relacionada con la fundación del convento
dominico, en Alcalá la Real de Nuestra Señora del Rosario, pues san Jacinto fue
un santo polaco que en Roma mantuvo un encuentro con Santo Domingo de Guzmán y
fundó muchos conventos en las ciudades polacas, rusas y checas de tal modo que
por su fama milagrera alcanzó mucha devoción en tierras españolas, en Alcalá la
Real llegó a esculpir una imagen a principios del siglo XVII.
La danza de tamborino y de cascabeLes
Suele predominar a finales del siglo XVI y
principios del siglo XVII y aparecen en las fiestas del Corpus. Se componían de
varios danzantes tocaban el tamboril y corrían a lo largo de la precesión con
vestiduras de tela y raso, conforme a la muestra que daban al comisario de
fiestas. Además, había que traer sombreros de tafetán azul guarnecidos de
sevillanita de plata, penachos y ceñidores.
SIGLO XVII
danza de niños de La igLesia
Suele ser un grupo que
celebra sus danzas en las celebraciones de la Iglesia Mayor de la ciudad por
Navidad y Semana Santa. Se componían de ocho niños vestidos para esta danza,
con vaqueros, calzones, (los de rosa con sus garetes y dos bordes de catalufa;
otros dos amarillos de tafetán, otros dos morados y dos blancos de catalufa).
Por un contrato sobre estos personajes que se conservaba en los inventarios de
cabildo se recogían algunos aspectos de estos vestidos s: “Hízose un baquero encarnado con basquiña y capillo, más otra basquilla
de catalufa verde con su capillo, dos ropas o túnicas y una capa para figuras
de diablos con sus cabelleras; una túnica de tafetán blanco con la cabellera
rubia; caballos, lanzas y adargas. Mas otros vestidos, un baladran de tafetán
verde guarnecido, dos capotillos y dos monteras y un sombrero, dos sayos de
monteras y polainas de frisa blanca; dos pares de sonajas y un pandero. En 1616,
se añadieron vestidos de frisa colorada y seis bonetes de lo propio, y seis
capuces de frisa negra”[6].
LAS DANZAS
DEL SIGLO XVII DANZA DE GREMIOS
Los documentos del siglo XVII corresponden,
generalmente, a los contratos efectuados por los comisarios y los diversos gremios o personas para sacar danzas y
otros actos el día del Corpus de los años encontrados. Desde la participación
de todas las cofradías, la presencia de los diablillos, la escenificación de
autos en tablados y los recitados hasta la intervención de danzas caracterizó
el desarrollo de la festividad sacramental. Hemos podido comprobar todos estos
aspectos en mi artículo de Toro de Caña
El ocio de la vida cotidiana de los
siglos XVI y XVIII. Pero, no caímos en la cuenta de algunos aspectos
participativos ni organizativos de las danzas. Este es el caso del Castillo de
Locubín a En casi todos ellos las danzas se acompañaban a otros ingenios, abriendo
la comitiva con sus instrumentos musicales. Suelen ser los representantes de
los diferentes oficios primordialmente, los campesinos, los albañiles,
carpinteros, sastres, barberos…Los contratos solían firmarse en los finales del
mes de abril y durante la primera quincena de mayo, de tal manera que hubiese
tiempo para que toda la representación estuviese lista el día del Corpus. Como
todos los documentos notariales de la época no resultan de lo más minucioso que
quisiéramos, especificando el color y calidad de los vestidos, el número de
personas que compondrían la danza, los instrumentos musicales que tocarían, e
incluso, en algunos casos, el nombre de los músicos o cantantes. Se va
incrementando su presencia en los actos extraordinarios de celebraciones
nacionales y reales.
Pero, entre las otras danzas, el documento primero se
remonta a 1611 consistente a una danza de sarao de ocho personas y cuatro
diablillos con diversos instrumentos. Los vestidos eran ocho tocados[7],
ocho mantos, y ocho cabelleras, y los instrumentos, dos sonajas, dos ginebras,
dos guitarras y dos adufes7.
Durante el tercer decenio, las danzas cambiaron mucho la
vestimenta. En 1620, hemos conseguido nuevos datos sobre las danzas del tamborino y otra de los cascabeles. En el primer
documento de danza parte de uno de mayo, Pedro
Gutiérrez, Juan León Padilla y Diego Padillo se comprometían con Francisco
Muñoz a sacar la danza de cascabeles y tamboril en el día del Señor y su
Octava. Y además acudirán a los ensayos y demás cosas para ello”. Se les
pagaba cuatro reales y medias y zapatos, de duras suelas y darles de comer el
día del Santísimo Sacramento. Y el propio Francisco Muñoz se comprometía a
buscar otros tres hombres. En el segundo día aparecían los danzantes Antonio
Díaz y Manuel de Extremera y se comprometían a sacar la danza de los cascabeles
del Santísimo Sacramento y de la Octava y asistir a los ensayos todo en
secreto. Se obligaba ante Francisco Serrano de Extremera, que les debía pagar
los dos reales y media y proporcionarle otros dos, así como todos los gastos,
acarretos y calzas y zapatos.
En siete de mayo mayor de 1622 el vecino de Alcaudete
Francisco Martínez Vázquez se comprometía a traer una danza de 9 negros, vestidos con frisa colorada y azul y rostros con
los comisarios Juan Vázquez Mesía y Juan Fernández de Villalta. Cobraban 38
reales y debían realizar una muestra el miércoles antes de la Fiesta del
Santísimo Sacramento, el Corpus y la Octava. Se le pagaba a la entrada del
ensayo doce reales, y el resto a la Octava.
En 1623, se contrataron Granada a Joan de Padilla y
ofrecían una novedad con dos danzas para el día del Santísimo Sacramento en el
18 de abril. Una de sarao vestidas de plata pajiza, que vio el comisario Juan
Vázquez Mesía y quedó en su poder, además había de traer bandas azules con
puntas de plata azules, ligas y ceñidores, y siete tocados de cabelleras y
rostros, y nuevos, y penachos de pluma nuevos; y otra danza de tudescos de
cascabel, con vestiduras de tela y raso, conforme a la muestra que quedaron en
poder del comisario. Además, había que traer sombreros, de tafetán azul
guarnecidos de sevillanita de plata, penachos y ceñidores. Debían de subir
todos los a la Iglesia Mayor por la por la tarde al lugar que se celebran las
danzas hasta la octava, mudándose la una y la otra. Cobraban por las dos danzas
166 ducados. Y las personas que tocaban el tamboril corrían por cuenta de los
comisarios Vázquez y Villalta. El modo de paga era 66 ducados en el día de San
Bartolomé, y el resto hasta el día de la Octava.
En 1629, el albañil
Pedro Pérez se ofrecía ante el vecino de Granada zapatero Juan de Padilla que
se había concertado con el escribano y comisario de fiestas Francisco Jiménez a realizar las fiestas de
Santísimo Sacramento[8]:Buscar la gente para sacar las tres danzas
con tres cuadrillas de ocho personas para cada danza. Una de ocho hombres, y
otra de sarao cuatro de hombres y cuatro de mujeres; sacar los días de fiestas
y octava, y los días intermedios de rueda. También irán delante cuatro
diablillos: darle los vestidos y galas para dicho día y fiestas y pagarle lo
que concertare. Se le pagaba 1-038 reales; 308 reales al contado.
En 1634, se constata la presencia de las compañías de
comedias en la realización de estas danzas, tanto en el corral de comedias como
en las fiestas, principalmente del Corpus, sobre todo da lugar a la variedad e
incremento de danzas. En una danza de galanes y dama, los actores Pedro de
Contreras y Quiteria de Toledo, viuda del autor de comedias Juan Rodríguez se
obligaban a traer cuatro danzas:
La primera era de calza entera, cuatro hombres y cuatro en hábito de mujeres; el vestido de
hombres, con sus estelas y ropillas verdes, con sus mangas vestidas y sueltas y
bandas de tafetán verde y puntas de oro con cuellos de soleras y las mujeres en
aguas de la misma tela de siete paños con armadores, con mangas pedidas largas
y la guarnición de oro y toda la tela nueva. Tanto hombres como mujeres
llevaban penachos enteros y la guía de la danza sacó laúd.
segunda danza de emperadores romanos
La segunda danza fue de emperadores romanos de ocho personas. Los vestidos de cordelan
de cuatro colores, bordados de hojuela de plata y lentejuelas, mantos de
tafetán con puntas de oro y rosas en los hombros, coronas de laurel y penachos
y cabelleras con un violín por guía.
La tercera de hábito
de bandoleros de ocho hombres, vestidos de tela verde con guarnición de oro
y ropilla que se entiende de gabardina abierta y bandas donde vayan pendientes
y pistolas que ha de dar el dicho comisario, sombreros de color con penacho
caídos, con una vitola por guía.
La cuarta se visitó
de traje de indios de lana anacarada con cajetillas y calzones marineros
con puntas de oro y llorones de pasamano en lugar de guarnición, rostros de
color de pasa con estrellas de oro en la frente, cabelleras, cascabeles y un
arco de plumas en la cabeza y una guía pedida con tambor. los comisarios
pagaban los hombres en sus ensayos y los seis hombres que se vestían de
diablillos con vestido de lienzo y sus rostros.
La fiesta del Corpus se celebraba en todos los pueblos de
la abadía y existían danzantes que se intercambiaban los actos y lugares por
los años. Sobre las fiestas en la villa castillera, destacamos estos documentos
de las danzas del Corpus. Pues siempre la fiesta del Corpus tuvo una relevancia
especial en los pueblos del Sur. Por un documento ante Juan Bautista Cano de
once de mayo de 1617, se han podido encontrar varias danzas que realizaban los
vecinos castilleros en esta fiesta, e incluso la capacidad para desarrollarlas
en otros pueblos distintos de la abadía. Se denominaba popularmente como puente
de
segovia,
y debió ser una danza de zancos, pañuelos y paloteo. Se comprometían a
contratarlas para las fiestas del Corpus y el Domingo de la Octava de ese año
en la villa de Martos, mediante el contrato firmado con su comisario de fiestas
Francisco de Santiago. Los danzantes Gabriel del Salto, Juan de Extremera, Juan
de Aguayo, Diego de Basco, Juan de Abril, Juan Jiménez, Miguel de Almirón,
Martín de Sánchez y el carpintero Francisco de Aguayo, como principales y
Bartolomé Romero como su fiador; se obligaban proporcionar y realizar desde las
ropas hasta todo lo que fuera necesario para estos días festivos y cobraban con
el precio de 30 ducados, adelantando 130 reales.
Por la misma fecha firmaba, con las mismas cantidades y el
mismo comisario marteño, otra escritura y en las mismas condiciones contratando
con varios vecinos del Castillo la danza de Los negros, una danza étnica. Lo hacía con Juan del
Salto, Juan Berrueco y Juan de Aranda, Andrés del Salto su fiador, Pedro Marcos
y Bartolomé Romero, en nombre de Pedro Cobo y Juan del Fresno.
A mediados de siglo Juan Collado Izquierdo se comprometía a
traer del Castillo ocho hombres al maestro de danza Pedro Pérez por la cantidad
de 360 reales para la fiesta del Corpus Cristi, día de octava y ensayo[9].
En 1661, se comprometía con Francisco Fernández ante el comisario de las
fiestas del Corpus y Octava Francisco de Narváez Ludeña y de la Cueva a sacar
una danza de cascabel de ocho hombres con su guía, tamboril y flauta por 400
reales, pagados en varios plaza (200 inicio, luego en desarrollo y 100 octava).
Pero hay noticias
del mantenimiento de la presencia gitana a mediados del siglo XVII en estas
fiestas, comprometiéndose a sacar esta danza[10][11].
Se comprometían los gitanos de Priego Josefe de Rojas, y Diego de Medrano, un día
después (17) con los comisarios don Francisco de la Cueva y Ludeña y Francisco
Hidalgo a sacar y haber sacado una danza con las condiciones de que debía
pagarle 60 ducados en dineros, 24 reales para 4 arrobas de vino, 50 reales para
dos fanegas de pan, 22 para una oveja y 12 reales para zapatos.
En 1664, fueron comisarios Jerónimo de Pedregosa Alonso de
Abril y encargaron ala albañil Sebastián Cubero la organización de las fiestas
del Santísimo Sacramento y su Octava. tres danzas, cuatro hombres y cuatro
mujeres; otra de galanes de ocho hombres; otras de otros ocho hombres, con el
tamboril y flautas. El regidor le tenía que dar vestidos y galas, Por 1950
reales (1.050 al principio y el resto día de la Santísima Trinidad) en 10 de
mayo10; una gruesa de cuerdas, 24 libras carne y cinco arrobas
vino , una fanega de trigo. En 1667 (FV folio 98) Pedro Leonardo de Biedma y
Juan Martínez Valenzuela le pagaron a Sebastián Cubero la cantidad de 760
reales por sacar tres danzas para pagar el alimento y bebida El maestro
ensamblador Francisco de Contreras hizo por 400 reales el altar de la Plaza,
entablados, altares tres y tablados.
LAS DANZAS EN EL SIGLO XVIII
Se mantienen en los primeros decenios las
danzas de gremios, galanes y damas, y de variedades y nuevos personajes como
las de los valencianos. Los gremios estaban constituidos en la ciudad y en las
aldeas de ellas cuyo orden de actuación del desfile y jerarquía venían
reglamentados de acuerdo con las ordenanzas de la ciudad. Curiosamente, el
libro de ordenanzas nos ilustras que en las fiestas del Corpus los gremios de
la ciudad se vestían y formaban cuadrillas de diablillos y no sólo con ropas y rostros de tales, sino con
los de los sayones de Semana Santa y otros ridículos y extraordinarios trages,
que no vienen al caso para el culto, ni cosa de razón, sino para executar
licenciosamente toda suerte de desórdenes. Predominaban los gremios sacando
inventos, que desarrollaban una serie de desfiles,
invenciones y cantos referidos a cada uno de los oficios. Recatones de la
plaza y verduleros, tenderos, especieros, panaderos, albarderos, arrieros de
mulas y guías, hortelanos, pañeros y cardadores, cordoneros, tullidores y
albarderos, curtidores, zurradores, boticas y tintoreros, zapateros, sastres y
tundidores, delante de jubeteros y polaineros, Barberos, Carpinteros y
albañiles, cantareros y canteros, y herradores.
Como clara influencia de siglos anteriores, evolucionaron
desde los gremios del casco de la ciudad hasta la participación de los gremios
aldeanos, probablemente, labradores y jornaleros surgidos de los nuevos núcleos
rurales a lo largo del siglo XVIII., Estos desfiles de gremios perduraron hasta
el siglo XIX y dejaron sus huellas en los carnavales. La danza de los
valencianos es una influencia del levante español. En 1753 el libro de cuentas
ilustra de los elementos constitutivos de la fiesta al presentar la su diputada
encargada de ella. Pues la nueva danza era una novedad de la fiesta, que se
repitió en el año siguiente en el día de la función en el de la Octava al
contratarse a Pascual Millares. Esta danza recibe el nombre de la Danza de la
Moma y tenía una función simbólica en el pasado: la Virtud siempre vence al
Mal. Era una danza de mayor contenido
simbólico de las interpretadas durante la festividad del Corpus en Valencia, ya
que en ella se simboliza la lucha entre la Virtud, conocida como La Moma y los
pecados capitales o vicios, llamados los Momos, con un final muy significativo:
la virtud vence al pecado y por ello la Moma golpea con un pequeño cetro, con
el que complementa su indumentaria, a cada uno de los pecados capitales,
simbolizando su triunfo en la batalla de la vida. La representan ocho danzantes
con una indumentaria llena de significado, la Moma, que es el personaje central
de la danza, va vestida toda de blanco, color que simboliza la Gracia, por su
parte, los “Momos”, llevan un traje en el que predomina el negro y el rojo,
símbolo y representación del infierno y del demonio. La música es muy sencilla,
una
dulzaina toca la melodía y un atabal la
acompaña con un ritmo ternario. Era interpretada por hombres, incluso en el
papel de la Virtud que va vestida de mujer. La villa del Castillo de Locubín
también mantenía la tradición festiva y no era extraño que hasta muy entrado el
siglo XVIII cooperara el ayuntamiento municipal. Así Juan Beltrán de Callava,
regidor, contrataba en 1742 con Mateo de Molina y Tomás de Santiago tres danzas
de dieciséis hombres y ocho mujeres con sus instrumentos para el trabajo de los
nueve días, la octava, fiesta y vísperas del Corpus, dándose 1.100 reales por
persona.
Las Fiestas extraordinarias de aLcaLá
La
reaL
en
Los
sigLos
XVIII y
XIX A lo largo de estos siglos un ingrediente musical, muy importante fueron
las fiestas extraordinarias. Como elementos festivos se caracterizaban, además
de las ceremonias religiosas e institucionales por las luminarias de la víspera
y los desfiles anunciadores de la proclama del acontecimiento, donde al
principio de siglo XVII, suelen intervenir tan sólo las chirimías compuestas de
varios atabales y las trompetas; posteriormente, tan sólo se admiten alguna
trompeta o clarinete. Con la llegada de regimientos y su alojamiento en Alcalá
la Real al largo del siglo XVIII, suelen formarse una escuadra de oboes,
tambores, y otros instrumentos musicales, que amenizan los desfiles, y las
veladas musicales. En la proclamación de Carlos IV, aparecen mayor número de
instrumentos de los regimientos como tambora, trompas, pífanos, clarinetes,
flautas y bajones.
En las celebraciones
religiosas las capillas
de música, compuestas de varios músicos con violines, vihuelas, acompañaron las ceremonias religiosas y, con el paso
del tiempo participaron también en las veladas y bailes del pueblo a las
puertas de las iglesias. Al principio se contrataron de Granada o de Jaén,
con el paso del tiempo el mismo coro que
participa en la iglesia
mayor
desarrollaba las actuaciones tanto festivas como profanas. A su éxito y
desarrollo, contribuyó la capellanía de coro, que era costeada por una memoria
y muchos favorecieron con fundaciones y nuevas memorias, entre ellos la familia
Espinosa de los Monteros.
LA MÚSICA DE LOS REGIMIENTOS MILITARES
Con el paso del tiempo, tuvo lugar un nuevo
paso de renovación de la música y danza, En el año 1725, en la víspera del
Corpus, aprovechándose de la presencia del Regimiento de Dragones de Pavía, se
iluminó la plaza del Ayuntamiento en la calle Real, se hicieron salvas de
fusilería por las tropas y una velada, alternada entre la capilla de música de
la iglesia Mayor y los cuatro oboes del Regimiento. En el siglo XIX algunos
cambios se produjeron n como son la contratación de la Música que intervenía en
la función religiosa, la iluminación de las Casas de Cabildo, la velada musical
en la víspera y los fuegos artificiales. La capilla de música, compuesta de
músicos locales o foráneos suele ser parte importante en la festividad los días
del Corpus y la Octava, Pero, con el paso del tiempo con la presencia de otro
tipo de agrupaciones musicales surgieron problemas de competencia entre los dos
grupos musicales de la localidad como en el año 1889. La Sociedad Lírica de
Alcalá la Real, provista de su banda de música se vio alternar en las distintas
funciones y veladas con la banda de música de don Antonio Núñez López a lo
largo de las fiestas.
[1]
AHPJ. Legajo 4840, folio. 669 v Hernández Capilla, 17 de mayo.
[2] AMAR. Acta de
cabildo de 9 de julio del año 1531, donde se encuentra una referencia a estas
danzas.
[3] El 31 de mayo 1550
ante el escribano Luis de Pareja, siendo testigos Hernán Martínez del Salto y
Juan Martínez.
[4] AMAR. Escribano
Hernán Sánchez, en 25 de julio de 1564, aparece el gitano Francisco Mantero
contratando con Blas del Pozo, tejero, 100 ladrillos y 2.000 tejas por 3.250
maravedíes. En otro contrato se le ve
vendiendo un asno por 6 ducados a Francisco Ruiz Delgado.
[5]
AMAR. Escribano Alonso Contador. Legajo 4787, folio 1164 y ss. 14 de mayo de
1596
[6]
AMAR. Libro de Cabildo y legajo suelto sin numerar.
[7]
AMAR. Escribano Hernández Capilla. Legajo 4840, fol. 669 v, 17 de mayo).
[8]
AHPJ Folio 135 Escribano Alonso de León, 21 de marzo
[9]
AHPJ. Escribano Francisco de Velasco.
Legajo 5161. 16 de febrero de 1649.
[10]
AHPJ. Ibídem 16 de junio de 1671
[11]
AHPJ.Ibidem. Legajo 5173, folio 18-80
año 1663
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