EL TORO DEL RETABLO
DE CONSOLACIÓN
Era el final del
siglo XVIII, en concreto el año,1765, se estaba
dorando el retablo del altar mayor del convento franciscano que presidía la
imagen de
Todos se encontraban expectantes, y raro era el día que no se asomaban a las dependencias del Toril para contemplar aquel regalo taurino. Comenzaron a adecentar la plaza portátil que se colocaba en los aledaños de la igledsia de Consolación. Pero, aquellas expctativas se echaron por tierra, Pues el asunto llegó a la presencia del corregidor Pedro Moreno de
Villena. Se citaron Francisco Linares y Alonso de Navas, vecinos del Castillo para resolver el asunto ante los tribunales de justicia. El corregidor no comprendía la trama del pleito. Navas ordenó a Francisco Linares que fuese a los montes de Valdepeñas a por un
toro, pero no tocase los del padre fray Manuel de Navas. Y juraba y perjuraba, poniendo por testigos a Antonio Gutierrez José Galan de Navas sobre los prolegómenos del asunto.
Luego, fueron al cortijo de Francisco de Cabrera , donde pastaba la manada de toros y vacas, y el mayoral de Alonso Navas les preguntó donde estaba el toro . Le contestaron el mayoral y los guardas:
- En el sitio de la fuente del
agua.
Inmediatamente, se llevó consigo un atajo de vacas. Y siguieron el camino hasta llegar por entre encinas y fresnos al lugar de aquel manantial. No se lo creían. Al ver la escena, Antonio de Castro no dudó en indicar que encontraba muerto al toro de modo que se generó una fuerte discusión entre los que indagaban por el toro franciscano.
- Puede ser que el toro murió repentinamente. Un infarto. Es muy frecuente cuando beben las atguas frías.- dijo el mayoral.
-No, hay tanto contraste entre el tiempo que hace y la temperatura de las aguas, yo se lo achaco a las huerbas veneosas que pastan , -dijo un resabiado guarda.
-Que no, que esto no tiene expolicación, cayó de bruces y ni había comido hierbas ni había llegado a la fuente. Coin la boca chica, se defendía Navas, diciendo que los toros se morían de hacerles correr tanto por los campos. Pero confiaba que el guarda Castro debía tener cuidado que no le pasase nada al toro. Habían correteado muchaq veces a aquel animal de tal modo que lo había castigado en desmesura. Tal era la fatiga del toro del convento que este murió.
El emisario del convento quedó convencidos de que este podía haber sido la causa de la muerte rependtina. Por eso, el convento pidio a Alonso de Navas a través de su abogado Merino 800 reales aludiendo que sus mozos de Navas habían sido los causantes de aquel atropello. El corregidor exclclamó, tras emitir el fallo:
-Otro lingote de oro para los gastos del retablo. Y sin corrida.
La gente veía cómo se llevaban los tablones de la plaza y abrían el toril.
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